
Sebastián, como enano y bufón, sufrió las burlas y los abusos de los poderosos. Y Velázquez lo pintó de forma realista: un hombre pequeño y deforme. En primer plano se ven sus pies pequeños y su cuerpo sentado en el suelo. Lleva un jubón, el traje típico de los payasos. Sin embargo, no hace ningún gesto gracioso o cómico. Mira de frente al espectador, serio. Nos muestra una gran dignidad y su mirada triste parece expresar todo el dolor que sufrió.
Me gusta este cuadro porque representa la dignidad que todo ser humano se merece.
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